Claridad de ideas y voluntad para acabar ya con esta crisis
- Marc Garriga
- 14 mar 2016
- 5 Min. de lectura
La crisis económica ha traído con ella una proliferación de artículos, ensayos, estudios y libros con infinidad de remedios para superar la depresión en la que se encuentra la economía occidental, en especial la economía europea. De hecho, podríamos encontrar tantas soluciones como economistas hay, dado que cada uno elabora su propia teoría. Pero son pocos los que hacen el ejercicio de echar la mirada atrás y se alejan de las trincheras para ver la situación en perspectiva a la hora de buscar remedios para que la economía occidental vuelva a levantar cabeza.

Esto hace Paul Krugman, Premio Nobel de Economía el año 2008, en su último libro, ¡Acabad ya con esta crisis! (2012), cuya tesis principal se puede resumir en el siguiente fragmento: “Es hora de que el gobierno gaste más, y no menos, hasta que el sector privado esté preparado de nuevo para impulsar la economía. Sin embargo, lo habitual ha sido instaurar políticas de austeridad y de destrucción de empleo. Este libro, pues, defiende la necesidad de adoptar políticas expansivas y de creación de empleo”. Ya en el primer capítulo Krugman deja clara su tesis, que él mismo ha defendido en más de una ocasión en sus columnas de opinión en el New York Times.
Los economistas y políticos contrarios a los planteamientos de Krugman, a los que el autor llama “austeríacos” por su defensa de las políticas de austeridad, se han esforzado en hacer ver la economía como una disciplina moral en la que los malos tiempos son un castigo por los excesos previos. Así han justificado la implementación de políticas de austeridad, intentando convencer a la población de que habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades. Krugman, en cambio, cree que la salida de la crisis es mucho más sencilla.
Ya desde antes de la crisis actual, Krugman centró parte de su trabajo como analista económico en estudiar las crisis económicas y las situaciones de depresión económica, y el camino más indicado para seguir de ellas. Firme oponente a las políticas de austeridad y a los recortes presupuestarios, en su último libro argumenta que el origen de la situación se limita a un problema de falta de demanda a nivel global. Los consumidores, los gobiernos i los empresarios no estamos gastando lo suficiente, y esto se traduce en menos producción, menos puestos de trabajo y, por lo tanto, en menos consumo porque se reduce el poder adquisitivo de las familias. Es un pez que se muerde la cola y que ha conducido la economía occidental a un estado de depresión.
Para comprender mejor la situación en la que nos encontramos y ver con claridad cuál debería ser la solución, Krugman traza una comparación con la Gran Depresión que sufrió la economía mundial después del crac del 1929. En aquella ocasión, la economía de los Estados Unidos también se encontraba en un estado de recesión y con una alta tasa de desempleo. Y cómo se salió de aquella situación? La economía americana volvió a niveles de crecimiento i de creación de empleo gracias a que el gobierno empezó a gastar más para programas de Defensa e hizo que la economía se animase de nuevo. Por lo tanto, resume Krugman, “lo que ahora necesitamos para salir de la depresión actual es otro arranque de gasto gubernamental”.
En la década de 1930, John Maynard Keynes describió la situación económica de la Gran Depresión como “un estado crónico de actividad interior a la normal durante un tiempo considerable”, y aseguró que “el auge, y no la depresión, es la hora de la austeridad”. A pesar de que nos encontramos en una coyuntura relativamente parecida, Krugman destaca que ni los gobiernos, ni los directivos de los bancos centrales ni una buena parte de los economistas más influyentes han aprendido de las recetas que Keynes dejó como aprendizaje de la Gran Depresión. Así, Krugman considera que “no estamos utilizando el conocimiento que tenemos porque demasiadas personas de entre las que más pesan han elegido olvidar las lecciones de la historia”.
Por lo tanto, el diagnóstico de Krugman es que nos encontramos en una crisis que no tendríamos por qué estar sufriendo, y que tiene salida relativamente rápida siempre y cuando los gobiernos decidan emprender políticas expansivas para volver a crear ocupación.
¡Acabad ya con esta crisis! es un libro con muchas respuestas pero en el que el economista estadounidense también se hace muchas preguntas. Una de las que está más presente en la actualidad política es si esta crisis ha sido mala para todos. Krugman, y una gran parte de la sociedad occidental, se pregunta por qué los ricos se han hecho aún más ricos si estamos en un período de recesión. Esta misma afirmación es la que movimientos como Occupy Wall Street y el 15M han utilizado como argumento de protesta contra el aumento de la desigualdad.
En Estados Unidos, el movimiento de protesta Occupy Wall Street se hizo fuerte con la afirmación “Nosotros somos el 99%”, un lema que se corresponde bastante a la realidad. Y es que el 1% de la cúspide ha visto como sus ingresos han aumentado en un 277,5%, por lo que durante la crisis no les ha ido nada mal. En respuesta a por qué se ha producido esta diferencia entre los más ricos y la las familias de la zona media, Krugman argumenta que se debe a que este 1% está formado básicamente de ejecutivos de grandes empresas y especuladores financieros, por lo que no viven en un mundo de oferta y demanda.

Paul Krugman formó parte del Consejo de Asesores Económicos en la administración de Ronald Reagan, y posteriormente empezó a colaborar en medios de comunicación como columnista. Ha sido en sus columnas y libros donde ha atacado de forma contundente las políticas de austeridad y ha popularizado el concepto “trampa de liquidez”. Krugman considera que las economías de Estados Unidos, Europa y Japón se encuentran en una trampa de liquidez, es decir, los tipos de interés se encuentran muy cerca del cero debido a que la gente prefiere conservar sus ahorros antes que invertirlos, por lo que no se dinamiza la economía y se prolonga el estado de contracción.
Esta teoría ya fue defendida después de la Gran Depresión por John M. Keynes, que ante semejante situación propuso aumentar el gasto público mediante las inversiones necesarias para volver a generar empleo. Paul Krugman, un economista considerado neokeynesiano, no sale del asombro de que los gobiernos (ni europeos ni estadounidense) no hayan aplicado estas recetas para superar la crisis. Es más, han optado por aplicar políticas de recortes y de austeridad que han contribuido a contraer todavía más la economía. Ante esta coyuntura, la receta final que el economista estadounidense propone es aprender de las experiencias del pasado y reclama una actitud de querer superar la situación actual: “Solo necesitamos claridad de ideas y voluntad”.
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