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'March Madness': Una locura de cifras

  • Juan Luis Monterroso
  • 27 mar 2016
  • 3 Min. de lectura

Las 64 mejores universidades de los Estados Unidos se dan cita durante este mes para pelear por el título de campeón nacional en la conocida como March Madness o Locura de Marzo. Jugadores de baloncesto de apenas 18 años quitan todo el protagonismo a las superestrellas de la NBA durante dos semanas frenéticas, con un sinfín de partidos y dónde las cifras adquieren un papel muy importante.



La National Collegiate Athletic Association (NCAA), organizadora de las competiciones universitarias, ha convertido esta competición en un negocio del que se exprime hasta el último centavo posible. En el año 2011, la NCAA firmó un contrato con la cadena de televisión CBS para la cesión de los derechos televisivos de las 1.200 instituciones universitarias que la forman por 10.800 millones de dólares hasta el año 2024. Esto supone un ingreso anual de 771 millones de dólares sólo en este concepto.


En el aspecto publicitario, los partidos del cuadro final del año pasado generaron 1.100 millones de dólares, con los anunciantes pagando casi 1'5 millones por apenas 30 segundos en antena. Las cifras son escandalosas. Si las comparamos con la NBA, debemos destacar que la mayor competición de baloncesto a nivel mundial ingresa 520.000 dólares por medio minuto de anuncios durante las Finales.


En cuanto al salario de los entrenadores universitarios los números son también curiosos, ya que no tiene nada que envidiar a los de sus homónimos de la NBA. Éste es el sueldo de los cuatro entrenadores que llevaron a sus equipos a la Final Four de Indianapolis.


- Bo Ryan, entrenador de Wisconsin: 2'9 millones de dólares.

- Tom Izzo, técnico de Michigan State: 3'9 millones de dólares.

- John Calipari, técnico de Kentucky: 6 millones de dólares.

- Mike Krzyzewski, entrenador de Duke: 6 millones de dòlares.


A todo esto hay que añadir los bonus por objetivos. En este aspecto, Tom Izzo se embolsó 125.000 dólares extra por meter a su equipo en la Final Four.


Mike Krzyzewsky, entrenador de Duke

Las universidades también reclaman su parte del pastel. De media, las cuatro finalistas ingresaron 22,1 millones de dólares, con la flamante campeona, Duke, a la cabeza tras ver como se embolsaban 25 millones de dólares. A esto hay que añadir las enormes sumas que pagan las marcas deportivas. Un ejemplo es el contrato que firmaron Nike y Universidad de Kentucky hasta 2025 por una suma de 30 millones de dólares.


Con todos estos datos en la mano, es de esperar que los salarios de los jugadores sean también millonarios, ya que al fin y al cabo son los culpables de generar esas grandes cantidades de dinero. Si juntamos los salarios de todos y cada uno de los jugadores de baloncesto universitario en Estados Unidos el resultado es cero. Esta cifra sí que es sorprendente. La legislación de la NCAA es muy estricta en este aspecto y prohibe que los jugadores reciban ningún tipo de retribución ya sea en dinero o en especias (zapatillas, camisetas, etc.). En la pista, todo lo que visten los jugadores y entrenadores es facilitado por la marca deportiva que paga a la Universidad.


Sin embargo, la organización se escuda en la palabra amateur para justificar que los protagonistas no vean ni un centavo de las cantidades que sí se reparten universidades, cadenas de televisión, patrocinadores y, sobre todo, la propia NCAA, que el año pasado presentó unos resultados con beneficios de 59 millones de dólares y unos ingresos que en 2015 superaban los 900 millones, según datos del Wall Street Journal.


Para que todo esto esté bajo control, la NCAA aplica unos estrictos códigos sancionadores sobre aquellos que no cumplen las normas establecidas. La Universidad de Michigan fue investigada por el FBI y sancionada por la NCAA sin poder jugar partidos por el título desde 2004 hasta 2008 después de que se descubriera que cuatro jugadores, entre ellos el ex del Real Madrid Louis Bullock, recibieron un total de 616.000 dólares de una persona relacionada con la universidad.


Louis Bullock en su etapa universitaria. (Getty Images)


No obstante, parece que el modelo de negocio que impera actualmente en el deporte universitario estadounidense puede llegar a su fin. Un grupo de ex jugadores liderado por Charles O'Bannon, antiguo alumno de la universidad de UCLA, ya ha logrado una resolución favorable tras interponer una demanda contra la NCAA y la empresa Collegiate Licensing Company (CLC), propietaria de los derechos de merchandising, pidiendo que los jugadores se lleven una parte del dineral que generan. Por su puesto, la NCAA y su presidente, Mark Emmert, no van a ceder tan fácil y ya anunciaron su intención de llevar el caso hasta el Tribunal Supremo.


 
 
 

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