El patinaje artístico sobre hielo: un costoso sueño
- Ionut Tutuman
- 11 abr 2016
- 2 Min. de lectura
Cuatro veces campeón de Europa, dos medallas de oro en el Campeonato Mundial y dos bronces en el mismo, son algunos de los logros conseguidos por Javier Fernández López. El patinador español consiguió revalidar el título mundial de patinaje artístico sobre hielo dos semanas atrás ante el favorito de las casas de apuestas: Yuzuru Hanyu. El japonés no tuvo su mejor día, cometió algunos errores y Javier no desaprovechó la oportunidad: ofreció una actuación magistral para llevarse la medalla de oro en el Campeonato Mundial de Boston. Algunos ya le han puesto la etiqueta de “uno de los mejores deportistas españoles”, en el mismo escalón que el mismísimo Rafael Nadal o Pau Gasol.
Pero ni esa etiqueta ni los títulos cosechados le permiten vivir como un auténtico campeón, como sí lo hacen Nadal y Gasol. Que el patinaje artístico sobre hielo no sea un deporte muy valorado en España es una triste realidad. En el año 2010, Javier tuvo que dejar España para instalarse en Toronto (Canadá), un lugar en el que puede practicar con los mejores entrenadores; el problema es que está obligado a correr con algunos de los gastos. Y, además, otro de los problemas es que vive con un visado de turista, a la espera de que se regularice su estancia en el país y consiga el visado de residencia.
La lógica diría que los patrocinadores están llamando continuamente a un campeón del mundo como Javier para trabajar con él. Sin embargo, sus dos únicos patrocinadores son la candidatura Barcelona-Pirineos 2016 y la clínica Quirón. “Tengo becas y con las competiciones siempre se gana un premio. En verano hago exhibiciones alrededor de Asia, Europa... Con eso me hago un poco el bote para ir pagando el año. La federación también ayuda, paga mucha parte del patinaje”, comentó el patinador en una entrevista a El Mundo a principios de 2015.
Gracias a estas ayudas que recibe Javier, además del dinero que consigue con los shows, programas y entrevistas, puede seguir adelante con su sueño y continuar pagando el alquiler de pistas, las clases... Por otro lado, hay que tener en cuenta también lo que supone poner en marcha un programa: alrededor de 10.000 euros, sumándole a ello el precio de unos patines profesionales para competir al más alto nivel (unos 1.000 euros). Javier resume muy bien la realidad del patinaje artístico, siempre y cuando estés entre los mejores: “Con tus ahorros a lo mejor te puedes comprar un piso o un coche, pero vivir para toda la vida, no”. Y continúa diciendo que “si hubiera nacido en EEUU o Japón, países con más tradición en el patinaje, estaría forrado. Yo sólo voy tirando, pero no me quejo. Hasta hace poco tenía que pedir dinero a mis padres”.

Javier Fernández consigue el oro mundial 2016 en Boston
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