Abre los ojos
- Ionut Tutuman
- 14 may 2016
- 5 Min. de lectura
A lo largo de estos años, desde que la crisis económica comenzó a azotar con crueldad a los ciudadanos españoles, los políticos se han empecinado en envolver la realidad con palabras y expresiones que sirviesen de alivio. Como si se tratara de una pastilla que, una vez tomada, ayudase a que nuestro cuerpo eliminara las tensiones y el nerviosismo. Nos han estado ocultando la verdad sobre muchos aspectos relacionados con la economía. Seguramente no nos han engañado -o sí-, pero sí que han intentado edulcorar de la mejorar manera posible aquello que teníamos delante. Y desde luego que no habrá sido con la intención de evitar el sufrimiento de las personas, sino de narcotizar el pensamiento crítico, de continuar manteniendo el poder y de invitar a la sociedad a que siguiera depositando su confianza en ellos.
Precisamente sobre los eufemismos nos habla Fernando Trías de Bes en El libro prohibido de la economía. Sin pelos en la lengua, el ganador del Premio Espasa 2015 deja muy claro desde un principio que la economía ha sido “prostituida”, se ha hecho un uso macabro de ella para ocultar la verdad a las personas. Se muestra tajante al afirmar que los medios de comunicación han contribuido a ello, puesto que ofrecen “información económica parcial, presentando sólo la parte que interesa de una medición con el fin de manipular a la opinión pública en una cierta dirección ideológica”. Juzga sin piedad al Gobierno, a los poderes financieros, a la banca y a las empresas por imponernos un sistema injusto y hacernos creer que es inevitable cambiarlo porque no existe ninguna alternativa.

Lo que debería ser una disciplina “puesta al servicio de las personas”, la economía se ha convertido en una herramienta peligrosa que se encuentra en manos del poder político y financiero. Equipara la economía con un cuchillo que puede usarse para bien, pero también “puede hacer daño”. Y esto es lo que se ha estado haciendo desde hace mucho tiempo; gran parte de los conceptos se han adulterado, se han usado de manera incorrecta y, en vez de utilizarse para “mejorar el mundo”, se han llevado por un mal camino con tal de “manipular y sacar partido de forma interesada”.
Trías de Bes pone las cartas sobre la mesa con firmeza y decide “desvelar el juego; […] decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad”. Y la primera lupa empieza colocándola sobre las empresas, que han cambiado el verdadero significado del márketing. Lo que un principio era un mera “metodología que aseguraba la coherencia de las inversiones empresariales”, ahora “goza de muy mala prensa” y las personas lo asocian con algo engañoso. Engañar es justamente lo que hacen las empresas, a través de múltiples estrategias comerciales que impulsan a la sociedad a comprar cosas que, pensándolo con cabeza fría, no necesitarían.
En esta primera parte del libro, el autor realiza un recorrido por diferentes conceptos típicos del mundo empresarial y, al igual que en los demás capítulos, ofrece dos definiciones de las palabras que, según él, se han estado manipulando. Por un lado, se muestra la definición oficial, es decir, “lo que los economistas pretendemos cuando teorizamos […] para que empresas y gobiernos las pongan al servicio del bien común”; por otro lado, se coloca el foco con especial atención sobre la definición prohibida, “lo que realmente se ha hecho de ese concepto, lo que no debería ser y pocos denuncian”.
Pero Trías de Bes es de esos pocos que denuncian, y se detiene en conceptos como la obsolescencia de los productos. Para él, el hecho de que las empresas establezcan de antemano cuál será la vida útil de cualquier producto supone ir en contra de “toda lógica de la calidad y durabilidad de bienes”. Y nos pone el ejemplo de Zara, la mayor empresa de España cuyo éxito se basa ni más ni menos que en obsolescencia, es decir, confeccionar más de 30 diseños por temporada y así evitar quedarse con los excedentes. Además, esto le genera mucho beneficio, ya que los clientes son conscientes de que cada diseño estará presente en la tienda durante muy poco tiempo y no podrá pensárselo mucho, sino que deberá darse prisa para comprarlo.
En este libro también nos zambullimos en el mundo de la Administración Pública y los impuestos. La introducción ya es una más que evidente declaración de intenciones: “nos cobran impuestos que no tienen ninguna razón de ser ni legitimidad económica alguna”. Nos advierte de la desmesurada tergiversación que se palpa en el ámbito público, aun más que en lo privado. Aquí encontramos críticas feroces hacia el Estado, quien nunca tiene suficiente e inventa todo tipo de impuestos irracionales. Observamos breves pero brillantes pinceladas sobre los aranceles, un tributo que, en la realidad, termina pagando el propio ciudadano; sobre la inflación, un impuesto que Trías de Bes califica de “encubierto”, dado que “parece que no te cobran, pero te roban a través de quitarte el poder adquisitivo”; sobre el proyecto de la Unión Europea mediante el cual tiene pensado eliminar el dinero en metálico y sustituirlo por el electrónico, algo que, a juicio del autor, supondría la creación de un mercado negro por parte de los ciudadanos; etc. Este apartado de El libro prohibido de la economía Trías de Bes lo concluye de una manera muy concisa: “todo redunda en lo mismo. Los gobiernos buscan cómo obtener recursos o generar crecimiento a través del trucaje de instrumentos económicos que tienen otra función distinta”.
Asimismo, hay que poner especial atención en algunas curiosidades del libro. Para hacer la lectura más amena, el autor nos brinda algunas comparaciones bastante interesantes. Por ejemplo, realiza una analogía entre un coma inducido y un concurso de acreedores. Mientras que en medicina se usan algunos fármacos para provocar un coma y así dar la oportunidad a una persona a que se recupere, en el escenario económico ocurren situaciones similares: la empresa, cuando se halla en una circunstancia difícil desde el punto de vista financiero, trata de negociar con aquellos a quien debe dinero, perdonándole alguna parte del mismo, con el objetivo de seguir con vida. Por otro lado, también compara la muerte para los médicos con la pobreza para los economistas. Pero mientras que la muerte no tiene ninguna solución, los economistas sí que disponen, al parecer del autor, de las utensilios adecuados para acabar con ella. El gran problema es, insiste, “la incompetencia humana”. La pobreza “no es un problema que no se ha sabido resolver, sino que es la consecuencia de un mal sistema”, sostiene.

Fernando Trías de Bes, autor de El libro prohibido de la economía
Por último, y no por ello menos importante, hay que destacar los dardos envenenados que lanza Trías de Bes al Premio Nobel de Economía. Los galardonados acaban siendo considerados grandes gurús, personas que se les concede la etiqueta de visionarios cuando, en realidad, las claves del futuro no se encuentran en poder de nadie.
En definitiva, en El libro prohibido de la economía se utiliza en todo momento un lenguaje sencillo, al contrario de lo que se pudiera pensar al observar que nos hemos topado con un libro de economía. Pero no debería sorprendernos en absoluto, ya que el contenido va dirigido principalmente a los ciudadanos en general, con el propósito de ayudarles a deshacerse del antifaz que han estado llevando todo este tiempo. Quienes disfruten con los ojos cubiertos de engaños, los invito a hacer caso omiso a todo lo expuesto hasta ahora. Pero los que ansían ver con nitidez el horizonte, ya saben cuál es el secreto.
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