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Una profunda radiografía de la desigualdad

  • Marc Garriga
  • 16 may 2016
  • 5 Min. de lectura

La crisis económica que estalló en 2008 desató una oleada de manifestaciones y de protestas en muchos países occidentales. En España bajo el nombre de 15M y en Estados Unidos conocido como Occupy Wall Street. Estos movimientos reivindicaban que hay que moderar los mercados para que la voz de la gente común sea escuchada igualmente que la de aquellos que tienen más recursos económicos. Los privilegios económicos en muchas ocasiones se convierten en privilegios políticos, que hacen peligrar el estado y la calidad de una democracia. Por este motivo, uno de los eslóganes utilizados por los manifestantes era “¡Democracia real ya!”, reclamando una democracia que refleje el interés general y no únicamente los intereses de unos pocos privilegiados.


Joseph Stiglitz es uno de los economistas más reconocidos y de más prestigio en la actualidad. Nacido en Indiana (Estados Unidos), fue Premio Nobel de Economía el año 2001 y es especialmente conocido por su visión crítica de la globalización, así como del libre mercado y sus repercusiones en la sociedad. Es un economista defensor de las tesis neokeynesianas, por lo que defiende una regulación de los mercados para “domesticarlos” mediante la actuación del Estado. En El precio de la desigualdad (Taurus, 2012) escribe que “resulta evidente que es necesario domesticar y moderar los mercados para garantizar que funcionen en beneficio de la mayoría de los ciudadanos.”


Stiglitz describe detalladamente en el libro y de forma muy comprensible el aumento de la desigualdad y las repercusiones que ésta ha tenido en las sociedades americana y europea. En 10 capítulos Stiglitz hace una fotografía minuciosa de las consecuencias que el neoliberalismo que ha dominado la política económica los últimos 30 años en Europa y en los Estados Unidos ha tenido en la sociedad americana. A pesar de que el libro se centra principalmente en los EEUU, las comparaciones con la crisis europea son constantes, ya que la situación de una y otra economía tienen muchos puntos en común.


El libro está estructurado en diez capítulos, pero cada uno de ellos está subdividido en apartados más breves en los que el autor explica un concepto o desarrolla algún aspecto concreto de su tesis. Este formato de apartados breves, combinado con un vocabulario comprensible para los menos instruidos en la materia, convierte El precio de la desigualdad en un perfecto manual para comprender las consecuencias que tiene el sistema capitalista desregulado y los peligros que conlleva para una sociedad como la europea o americana.


Un aspecto que me ha parecido muy positivo de este libro es que, a todas la críticas que realiza y razona a lo largo del mismo, Stiglitz propone una solución para cambiar la situación y contribuir a crear una sociedad más igualitaria y equitativa. En el último capítulo (El camino a seguir: Otro mundo es posible) el autor plantea el camino a seguir y aporta un poco esperanza.


La tesis principal del libro Stiglitz la resume ya en el subtítulo con la frase “El 1% de la población tiene lo que el 99% necesita”. El economista norteamericano desarrolla en su libro que hay un 1% de la población que disfruta de las mejores viviendas, de una educación de primera calidad, de la mejor sanidad e incluso de privilegios políticos, pero a costas de un 99% que año tras año es más pobre. Esto conlleva que la sociedad de los Estados Unidos está partiéndose en dos, al mismo tiempo que esta concentración del poder en pocas manos hace peligrar la calidad de la democracia.

Los ricos se han hecho y se están haciendo más ricos, y dentro de los ricos los todavía más ricos se están enriqueciendo todavía más. Los pobres se están haciendo más pobres y más numerosos. Los ingresos de la clase media se han estancado o han disminuido, y por lo tanto la clase media se está vaciando. En los últimos 30 años, el salario del 90% inferior de la sociedad han aumentado aproximadamente un 15% de media. Los salarios entre el 1% más alto han aumentado un 150% y los del 0,1% superior un 300%. La crisis ha agravado estas desigualdades de forma considerable, ya que después de la recesión las ganancias de la recuperación han ido al 1% más alto de los estadounidenses. La clase media y los más pobres tenían gran parte de su patrimonio invertido en su vivienda, que ha sufrido una caída de su valor considerable y muchos han perdido la casa.


En el viejo continente, según Stiglitz, el error más grave ha sido basar las políticas económicas de la “recuperación” en la austeridad en vez de aplicar políticas fiscales expansivas que estimularan el crecimiento. En cambio, instigados por Alemania, se han achacado los problemas de los países periféricos (como España) a un gasto irresponsable, aunque durante los años previos a la crisis tanto España como Irlanda tenían superávit y un reducido nivel de endeudamiento (en relación a su PIB).


Los líderes europeos han reconocido y han hecho grandes discursos proclamando que la economía europea necesita crecimiento y restablecer la confianza. Pero la austeridad no genera ni crecimiento ni confianza, sino que la austeridad acaba con el crecimiento y socava la confianza. Stiglitz asegura que ninguna economía grande ha conseguido salir de una crisis al tiempo que imponía austeridad: “La austeridad, de forma inevitable y predecible, siempre empeora las cosas.”


El Premio Nobel de Economía identifica tres factores que contribuyeron a la crisis y a la actual creciente desigualdad. El primero es que los mercados no estaban funcionando como tenían que hacerlo, ya que no eran ni eficientes ni estables. El segundo es que el sistema político no corrigió los fallos del mercado. Y el tercero que los sistemas económico y político son fundamentalmente injustos. Estos tres factores se interconectan y se retroalimentan en un espiral vicioso en el que nos encontramos. La desigualdad es la causa y la consecuencia del fracaso del sistema político, y contribuye a la inestabilidad de nuestro sistema económico, lo que a su vez contribuye a aumentar la desigualdad. Stiglitz considera que el peor fallo del mercado, y que el sistema político no consigue corregir, es el desempleo; es decir, la incapacidad que tiene el mercado para crear los puestos de trabajo que los ciudadanos demandan.


Por todo ello, el autor sostiene que los Estados Unidos ya no pueden considerarse la tierra de oportunidades que en su día fue, y que el sueño americano no es más que un mito. La falta de oportunidades, otra de las proclamas de los jóvenes de Occupy Wall Street, ha contribuido a aumentar las desigualdades en una sociedad americana que si desea regresar a los niveles de prosperidad anteriores a la crisis deberá quitar el polvo al mito que una vez les hizo grandes: el sueño americano.

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